El Renacimiento trajo consigo la defensa y el triunfo del español.
Nebrija en el prólogo de su gramática dijo que siempre la lengua fue compañera del imperio, frase que fue comprendida y apoyada por los Reyes Catolicos y posteriormente por el Emperador Carlos I. Esta defensa de la Lengua fue secundada por grandes prosistas y poetas como Garcilaso, Fray Luís de León y Juan de Valdés, además todos ellos adoptan las formas y metros italianos que hacen del español una lengua ágil y llena de recursos. Con el reinado de Carlos I, la lengua española adquiere aún más importancia y se pule a conciencia la herencia medieval, se convierte en la lengua de las cancillerías y en el ideal del caballero renacentista. En ciudades europeas como Bruselas, Nápoles o Venecia se editan con frecuencia obras de la literatura española. El Renacimiento español acoge una lengua literaria cuyo marco es la unidad política y religiosa, la vivencia del cultismo y lo popular, y la conjunción de la presencia nacional y extranjera. Nace una nueva sensibilidad cuyos temas más frecuentados serán el amor, la belleza femenina, y el paisaje bucólico e idealizado. El triunfo de las formas italianas no se consigue asentar hasta la época del Emperador, y Garcilaso es quien más destaca en ello; fue amigo del Emperador Carlos V y desempeñó varias funciones diplomáticas participando en importantes campañas militares y conociendo el destierro hasta que se reconcilió de nuevo con el Rey. Murió en un acto de heroísmo cuando solo contaba treinta y cinco años, pero su sensibilidad y cultura le llevaron a perdurar por los siglos en la memoria de la literatura. Su tema constante fue el amor, ya que vivió siempre profundamente enamorado de Isabel de Freyre, una dama portuguesa a quien escribió sus versos más apasionados dentro del equilibrio que dominó siempre la lengua renacentista.
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GEMMA ROMERO P.Psicóloga y Escritora. Archivos
Junio 2019
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