Nada más pasional que la reacción de un romántico; tanto en la literatura como en su vida, los románticos demostraron que hay que vivir con una pasión desmedida, enfrentándose a todo y volviéndose héroes hasta en momentos tan duros como la muerte.
Me viene a la cabeza el modo con el que José de Espronceda se enfrentó a los problemas políticos y sociales del momento en España y en Europa, no con la frialdad crítica de un experto sino con la pasión propia de un romántico, así nos dejó su inolvidable Canto del Cosaco como servicio a la más apasionante crítica por la falta de ideales que según él condujeron a Europa a la ruina. ¡Hurra, cosacos del desierto! ¡Hurra! La Europa os brinda espléndido botín: sangrienta charca sus campiñas sean, de los grajos su ejército festín. En aquellos tiempos la palabra romántico llegó a ser sinónimo de ímpetu, pasión, exaltación y desbordamiento. Los amores ilícitos, las pasiones desmedidas, la desilusión , el desaliento y la muerte encontraron en los románticos su verdadero hogar, les acompañaron siempre en sus obras y en su vida, que solía ser muy corta, la muerte y la juventud caminaban de la mano. Sus valores románticos les convirtieron en leyenda así como sus actitudes ante la vida, Zorrilla, el que después se destacó como magnífico dramaturgo y poeta, en el entierro de Larra se convirtió ya en un símbolo de la época, de entre la multitud que acudió al acto, salió una joven voz quebrada por la emoción que se puso a recitar a voces versos en honor a Larra. Al finalizar, fue sacado del cementerio triunfalmente. No puede concebirse mejor lanzamiento literario al más puro estilo romántico.
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GEMMA ROMERO P.Psicóloga y Escritora. Archivos
Junio 2019
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