Hablando de Juan Valera, recuerdo con nostalgia, la primera vez que leí Pepita Jimenez; una novela fresca y cuidada en extremo con un estilo minucioso, culto y elegante.
La novela cuenta la historia de amor entre un joven seminarista y una joven viuda llamada Peipita Jiménez, en el ambiente de una aldea andaluza. Tiene la característica de ser una novela dividida en dos partes; la primera tiene forma epistolar, y está dedicada a las cartas que el seminarista, Don Luís de Vargas envía a su tío, Deán de la catedral, y a través de las cuales le explica la compleja situación por la que está pasando. Cuando la tensión llega a su punto álgido, la novela se transforma en una narración que Juan Valera bautizó con el nombre de Paralipómenos. La historia refleja el triunfo del amor humano sobre la lucha mística que Don Luís sostiene con su conciencia y sentimiento religioso. Las cartas son profundas, expresan los fuertes sentimientos del seminarista y representan un hondo análisis psicológico del estado del protagonista, que los amantes de estos temas pueden disfrutar sin duda alguna. La lucha cuerpo y espíritu es casi obsesiva, incluso le hace enfermar, Don Luís cree poder vencer esa tentación aferrándose a su fuerte sentimiento religioso que choca constantemente con uno nuevo que ha nacido del amor incondicional por Pepita. Valera crea unos personajes de fuertes convicciones junto a una historia que se presenta con un lenguaje natural pero no inculto, un lenguaje muy cuidado y agradable de leer. Es un verdadero perfeccionista , un esteticista que cuida mucho lo que escribe. Su lectura es un verdadero placer.
0 Comentarios
Deja una respuesta. |
GEMMA ROMERO P.Psicóloga y Escritora. Archivos
Junio 2019
Categorías |