El arte de escribir esconde miles de secretos, entre ellos los rituales que los escritores tienen para ayudarse a aumentar su creatividad; son manías, fetiches, actitudes... que repiten una y otra vez y que les da seguridad para augurarse un futuro exitoso. Estas supersticiones van desde las cosas más simples a las más rocambolescas. Aquí van unas cuantas bastante curiosas:
Hemingway escribía siempre de pie y con una pata de conejo en el bolsillo medio raída, Balzac se vestía con ropas de monje y trabajaba seguido desde las doce de la noche hasta las seis de la tarde del día siguiente, eso sí, siempre acompañado por una cafetera de porcelana blanca con café puro. Gabriel García Márquez escribe en una habitación con una temperatura determinada, siempre descalzo y con una flor amarilla en su escritorio, Isabel Allende comienza siempre sus libros el día 8 de enero y se rodea de curiosos fetiches. Lord Byron se inspiraba con el olor de las frutas, y por eso llevaba unas cuantas en sus bolsillos, Pablo Neruda siempre escribía con bolígrafos de tinta verde, mientras que Shiller metía sus pies en un barreño de agua helada. En fin, cada uno a su manera, lo importante es despertar esa musa que a veces se esconde tan bien que hay que llamarla haciendo todo tipo de extravagancias. Mi primera novela fue integramente escrita de noche, bajo la sombra de un pequeño árbol de Navidad cuyas luces artificiales iluminaban mis primeras palabras, y mientras soñaba que aquellos papeles llegarían a ser una verdadera novela. "Intxaursaltsa" nació así y se terminó cuando el pequeño árbol luminoso dió paso al comienzo de una nueva estación y con ella, los nuevos y resplandecientes rayos de sol que iluminaban sin parar mis últimas páginas. Aún no he repetido manías, cada novela tiene las suyas y algunas son todo un misterio.
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GEMMA ROMERO P.Psicóloga y Escritora. Archivos
Junio 2019
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