Los escenarios y lugares donde se sitúa una novela son tan importantes como los propios personajes; deben ser claros, dar un sentido evocativo que plastifique la escenografía y la ubicación, y tener el número justo de detalles, siguiendo unas reglas básicas para no quedarse corto ni resultar redundante en las explicaciones. Se trata de especificar y aportar elementos de interés (clima, vegetación apariencia general), deben tener la finalidad de potenciar la trama y no hacerse por si mismos los protagonistas (sobre todo si ese no es el objetivo de la obra), deben ser relevantes, usar todos los sentidos para ser explicados y servir para integrar los distintos escenarios de la obra.
En algunas novelas, aparecen fotografías que sirven para apoyar los conceptos sugeridos por el autor con palabras, situando al lector en una imagen que constantemente es después apoyada con diversas explicaciones. Las más valoradas son aquellas llamadas "Daguerrotipos", que son el resultado del primer procedimiento fotográfico comunicado y difundido en el año 1839 por Louis Daguerre, la imagen se forma sobre una superficie de plata pulida como un espejo. Dan la sensación de imágenes antiquísimas, en blanco y negro pero de un gran valor artístico y sentimental. En Madrid se conserva uno de los más antiguos daguerrotipos en el Museo del Romanticismo, se trata de una imagen de las calles céntricas de Madrid cuando se inició la primera reforma de la Puerta del Sol allá por el año 1854, es una vista desde la calle Espoz y Mina que enfoca hacia la iglesia del Carmen. Volviendo al asunto de los escenarios, me gustaría recordar que muchas de las novelas españolas han evocado lugares concretos que hoy en día son referentes importantes gracias a ellas. La zona de Castilla la Mancha recuerda los recorridos del Quijote y actualmente existen rutas turísticas que aplican el nombre de la novela para distinguir su recorrido. El Cid y sus batallas recorrieron desde Castilla hasta León pasando por toda la Comunidad Valenciana, Camilo José Cela nos invitó a conocer el corazón de Guadalajara con su viaje a la Alcarria, y Jorge Manrrique se adentró en Ciudad Real, Cuenca, Toledo, Villamanrrique y ocaña, para llorar a su padre con sus famosas coplas de pie quebrado. Por último, recordar que también es posible inventar ciudades y lugares maravillosos donde desarrollar una fantasía conmovedora que conforme toda una novela, Clarín inventó Vetusta, una ciudad antigua a la que criticaba por su arcaicismo y cuyos detalles descriptivos recuerdan sin duda a la ciudad de Oviedo. Algunos lugares se convierten en inspiradores de escenarios de novela o simplemente son ellos mismos con un nombre inventado que maquilla de novelesca fantasía toda su historia.
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GEMMA ROMERO P.Psicóloga y Escritora. Archivos
Junio 2019
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