El sentimiento generado por la Revolución francesa se convirtió en un fenómeno romántico que exaltaba sobre todas las cosas, la libertad del pueblo; Las ideas de Locke, Rousseau y Voltaire crearon en Europa un sentimiento profundo de luchar contra lo establecido e iniciar un cambio total, esta actitud, por supuesto afectó a la literatura que va a destacar con unos personajes en plena rebelión contra las leyes sociales y morales que se habían seguido hasta el momento. La literatura presenta personajes rebeldes, conspiradores, justos con los desfavorecidos, y también radicales que no aceptan leyes naturales ni divinas. Este cambio radical en la literatura influencia sin duda a la juventud de una sociedad que con su apasionamiento propio de la edad, inventa un nuevo modo de vivir. Se valora la Naturaleza salvaje, se exalta la fantasía, el sentimiento y la subjetividad, la libertad artística busca abandonar la serenidad y adentrarse en lo pasional y lo misterioso. Aquí es donde destacan realmente nuestros escritores románticos; todo el mundo ha leído a Bécquer y ha sentido el miedo propio de verse perdido en mitad de la noche en el Monte de las ánimas, o apasionarse con la sensual descripción de la mujer que emergía de entre las aguas de la fuente de los ojos verdes. Nuestra tierra, plagada de historias y leyendas fue una fuente inagotable de temas para escoger, no obstante , el Romanticismo fue un movimiento que duró poco porque llegó tarde, pero lo que sí hizo, fue convertirse en una verdadera actitud vital y apasionada que interpretaba la vida de una forma muy especial. Siempre elegí a Bécquer como escritor favorito de esta tempestuosa corriente, y releí mil veces sus leyendas que demostraban tener el más puro estilo romántico y poético. Sus rimas inolvidables fueron editadas por sus amigos después de su muerte y constituyen un tesoro intimista que nada tenía que ver con sus contemporáneos Espronceda o Zorrilla, son tan sencillos que simplemente son capaces de evocar esos sentimientos que todos hemos tenido alguna vez. Es posible que los secretos personales que Bécquer ocultaba, le hicieran tan especial como para escribir como nadie lo ha hecho jamás. Su verdadero nombre no era el que ya conocemos, sino Gustavo Adolfo Claudio Dominguez Bastida, adoptó el apellido Bécquer de la familia de su padre que procedía de Flandes, y cuya alcurnia era más que conocida en la capital andaluza; su matrimonio conflictivo con Casta, la hija de su médico y el eterno amor imposible por la que llegó a ser su eterna musa y amante platónica, le convertían en el romántico perfecto para ejemplificar el movimiento. Murió de hemoptisis, una enfermedad bronquio pulmonar de cierto parecido a la tuberculosis. Su repercusión en la historia de la literatura ha hecho que sus libros sean leídos generación tras generación, existen en el mercado adaptaciones de sus obras a lenguaje infantil y juvenil y las ediciones sobre ellas son interminables, es un autor que gusta por su sensibilidad y la eterna musicalidad de sus versos.
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GEMMA ROMERO P.Psicóloga y Escritora. Archivos
Junio 2019
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