Después de una larga tradición de representar teatro en los corrales de comedias, todos fueron desapareciendo poco a poco y sufriendo distintas suertes, unos se transformaron y otros simplemente se eliminaron.
Su historia arranca en el siglo XVII, el Corral de Comedias de Almagro es uno de los más conocidos del mundo por seguir activo y mantenerse tal y como nació hace cuatrocientos años. En 1628 don Leonardo de Oviedo pidió permiso al Ayuntamiento para edificar el corral en el patio del mesón del Toro, e invirtió más de cinco mil ducados. Las representaciones comenzaban el Domingo de Resurrección y terminaban el miércoles de ceniza, el horario era de dos de la tarde, tres o cuatro, según la estación del año, hasta la puesta de sol, en total entre cuatro y seis horas seguidas. Los hombres y mujeres no podían estar juntos, los primeros ocupaban el patio y las segundas la grada de las cazuelas, el único sitio donde podían estar juntos era en los aposentos de los corredores. Los niños no podían entrar,y en las ciudades universitarias estaba vetada la representación entre semana con el fin de no distraer a los estudiantes. El lugar era muy poco higiénico, no existían los aseos y aunque se prohibía fumar, por el riesgo de incendio, no se cuidaban las instalaciones. Había un mantenedor del orden provisto de un garrote para las emergencias y para reducir a los exaltados, y un apretador que trataba de colocar a todo aquel que desease pasar, al no haber un foro determinado, todo el mundo tenía derecho a entrar. Los gobiernos de la Ilustración empezaron a prohibir las representaciones en estos locales, la burguesía solicitaba espacios cómodos donde ver teatro, y se empezaron a construir lugares que acogían espectáculos metateatrales como la ópera que requerían tratamientos acústicos específicos y sobre todo espacios cerrados que controlaran el sonido. A finales del siglo se decretó la prohibición de representar teatro en estos lugares y por ejemplo el Corral del Príncipe se convirtió en el Teatro Español de Madrid, y el Corral de Comedias de Almagro se siguió utilizando como lo que siempre fue, una simple posada. La literatura dramática fue siempre diferente a las otras manifestaciones literarias, y como tal tiene su propia historia; es una literatura para ser representada, y solo a través de los actores adquiere el valor que subyace en ella. El espacio dramático, el escénico, el tiempo externo e interno de la obra y su apariencia de espontaneidad, son sus verdaderas señas de identidad, que junto al apoyo de elementos paralingüísticos caracterizan definitivamente este peculiar género.
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GEMMA ROMERO P.Psicóloga y Escritora. Archivos
Junio 2019
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